LAS ESTRATEGIAS EN LA
LECTURA SEGUN GOODMAN
Son actividades organizadas
que se realizan sobre una determinada información con la finalidad de
discriminar (evaluar) la información relevante que necesitamos obtener, bien
para utilizarla de inmediato o bien para que nos sirva de fundamento en la
adquisición de nueva información.
Existen diferentes
clasificaciones de estrategias, así por ejemplo, Goodman (1986) señala, entre
las estrategias que utiliza el lector:
MUESTREO
|
PREDICCIÓN
|
INFERENCIA
|
CONFIRMACIÓN
|
CORRECCIÓN
|
Los lectores desarrollan
estrategias de muestreo ya que el texto provee índices redundantes que
no son igualmente útiles. Si los lectores utilizaran todos los índices
disponibles, el aparato perceptivo estaría sobrecargado con información
innecesaria, inútil o irrelevante, entonces el lector elige algunos de los que considera
útiles, guiado por elecciones anteriores y por la utilización de estrategias
basadas en esquemas que el lector desarrolla para las características del texto,
las exigencias de la tarea y el significado.
Las estrategias de
muestreo, las experiencias y los conocimientos previos, que posee el lector, le
permiten elaborar predicciones sobre lo que sigue en el texto y de lo que será
su significado. Por su parte, los diferentes índices presentes en el texto,
permiten al lector la verificación de sus predicciones y, de esta manera,
lograr
la construcción del
significado. De ahí que la lectura puede considerarse como un proceso de
elaboración y verificación de predicciones que llevarán al lector a la
construcción de una interpretación.
Los conocimientos y
experiencias previas son los que van conformando nuestra teoría del mundo. La
capacidad de construir una teoría del mundo y de hacer predicciones a través de
ella es innata, pero los contenidos reales de la teoría, los detalles, la
organización de éstos se adquieren a partir del entorno socio-cultural, vale
decir, del entorno escolar y extra escolar en el que se desenvuelve el alumno.
La inferencia permite al
lector completar la información de que dispone en el texto, infiriendo lo que
no está explícito en el mismo sobre personajes, objetos, tiempo, espacio,
valores, preferencias del autor, entre otros aspectos. Para Goodman (1986):
La inferencia es utilizada
para decidir sobre el antecedente de un
pronombre, sobre la
relación entre caracteres, sobre las preferencias del autor, entre muchas otras
cosas. Incluso puede utilizarse la inferencia para decidir lo que el texto
debería decir cuando hay un error de imprenta. Las estrategias de inferencia
son tan utilizadas que rara vez los lectores recuerdan exactamente si un
aspecto dado del texto estaba explícito o implícito (p. 22).
Las estrategias de
muestreo, predicción e inferencia son básicas en la lectura, pero a veces el
lector puede equivocarse, bien en la selección de claves gráficas, o en las
predicciones o incluso en las inferencias, de ahí que existen y son usadas por
el lector, otras estrategias para confirmar o rechazar sus conclusiones
previas, son ellas las estrategias de confirmación y de corrección.
El lector está
constantemente supervisando su propia lectura, Goodman (1986) afirma que las
mismas señales que se usan para
hacer predicciones e
inferencias subsecuentes, sirven para confirmar las anteriores (p. 22), de ahí
que las estrategias de muestreo están permanentemente presentes en el proceso
de lectura.
Si la elección tentativa de
un significado no es aceptable, el lector tiende a regresar para buscar la inconsistencia
y más claves gráficas que permitan reconsiderar la situación. A veces, esto
implica un repensar y elaborar una nueva hipótesis alternativa. En
este caso el lector está usando
la estrategia de corrección.
Puede darse el caso de que
el lector regresa en la lectura cuando se da cuenta que no está comprendiendo lo
que lee, entonces él puede esperar en esta nueva lectura construir un
significado que se acerque al intentado por el autor, si esta nueva lectura no
lo ayuda puede entonces llegar a la conclusión de que carece del conocimiento
previo, necesario para leer ese determinado texto. Si la elección es aceptable,
el proceso de utilización de las estrategias se repite o se continúa. El lector
hará, en todo caso, uso constante de la memoria a corto y largo plazo.
TALLERES DE LECTURA PORTADORES DE TEXTOS
LECTURA DE IMÁGENES
EL CUENTO
EL HOMBRECITO VESTIDO DE GRIS ....De Fernando Alonso
Había una vez un hombre
que siempre iba vestido de gris. Tenía un traje gris, tenía un sombrero gris,
tenía una corbata gris y un bigotito gris.
El hombrecito vestido de
gris hacía cada día las mismas cosas. Se levantaba al son del despertador.
Al son de la radio, hacía un poco de gimnasia.
Tomaba una ducha, que
siempre estaba bastante fría; tomaba el desayuno, que siempre estaba bastante
caliente; tomaba el autobús, que siempre estaba bastante lleno; y leía el
periódico, que siempre decía las mismas cosas. Y, todos los días, a la misma
hora, se sentaba en su mesa de la oficina. A la misma hora. Ni un minuto más,
ni un minuto menos.
Todos los días, igual. El
despertador tenía cada mañana el mismo zumbido. Y esto le anunciaba que el día
que amanecía era exactamente igual que el anterior.
Por eso, nuestro
hombrecito del traje gris, tenía también la mirada de color gris. Pero nuestro
hombre era gris sólo por fuera. Hacia adentro... ¡un verdadero arco iris!
El hombrecito soñaba con
ser cantante de ópera. Famoso. Entonces, llevaría trajes de color rojo, azul,
amarillo... trajes brillantes y luminosos.
Cuando pensaba aquellas
cosas, el hombrecito se emocionaba.
Se le hinchaba el pecho de notas musicales,
parecía que le iba a estallar. Tenía que correr a la terraza y...
-¡Laaa-lala la la la
laaa...!
El canto que llenaba sus
pulmones volaba hasta las nubes.
Pero nadie comprendía a
nuestro hombre.
Nadie apreciaba su arte.
Los vecinos que regaban
las plantas, como sin darse cuenta, le echaban una rociada con la regadera.
Y el hombrecito vestido
de gris entraba en su casa, calado hasta los huesos.
Algún tiempo después las
cosas se complicaron más.
Fue una mañana de
primavera.
Las flores se despertaban en los rosales.
Las golondrinas tejían en
el aire maravillosas telas invisibles.
Por las ventanas abiertas
se colaba un olor a jardín recién regado.
De pronto, el hombrecito
vestido de gris comenzó a cantar: -¡Granaaaadaa...! En la oficina. Se produjo un silencio terrible.
Las máquinas de escribir enmudecieron. Y don Perfecto, el Jefe de Planta, le
llamó a su despacho con gesto amenazador.
Y, después de gritarle de todo, terminó diciendo: -¡Ya lo sabe! Si
vuelve a repetirse, lo echaré a la calle. Días más tarde, en una cafetería,
sucedió otro tanto.
El dueño, con cara de
malas pulgas, le señaló un letrero que decía:
Se prohíbe cantar y
bailar Y lo echó amenazándole con llamar a un guardia.
Nuestro hombre pensó y
pensó.
¡No podía perder su empleo!
Tampoco quería andar por
el mundo expuesto a que lo echaran de todas partes.
Y, al fin, se le ocurrió
una brillante idea.
Al día siguiente, fingió
tener un fuerte dolor de muelas.
Se sujetó la mandíbula
con un pañuelo y fue a su trabajo. Así no
podría cantar. ¡Aunque quisiera!
Y día tras día, año tras
año, estuvo nuestro hombrecito, con su pañuelo atado, fingiendo un eterno dolor
de muelas.
La historia termina así. Así
de mal. Así de triste. La vida pone, a veces, finales tristes a las historias.
Pero a muchas personas no
les gusta leer finales tristes; para ellos hemos inventado un final feliz...
Pero, nuestro pobre
hombrecito, merecía que le dieran una oportunidad. Así que... Cierto día,
conoció a un director de orquesta. Y
éste quiso oírle cantar.
El hombrecito, muy
contento, pero con un poco de miedo, salió al campo con el director de
orquesta.
Y allí, rodeados de
flores y de pájaros, nuestro hombrecito se quitó el pañuelo y cantó mejor que
nunca.
El director de orquesta
estaba tan entusiasmado que lo contrató para inaugurar la temporada del Teatro
de la Ópera.
Y la noche de su
presentación, que se anunció en todos los periódicos, don Perfecto, el Jefe de
Planta, los vecinos que le habían regado, el dueño de la cafetería y todos los
que le habían perseguido con sus risas, hicieron cola y compraron entradas para
oírle cantar.
Y asistieron al triunfo
del hombrecito.
Y el hombrecito quemó
todos sus trajes y corbatas de color gris.
Tiró por la ventana el
despertador.
Se afeitó el bigotito de
color gris y nunca, nunca más, volvió a tener la mirada de color gris.
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hola me gusta
ResponderEliminarme gustaria aprender las estrategias de muestro, como hacerlo con niños de segundo grado de primaria
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